Para mí, la mujer perfecta es hermosa pero a la vez inalcanzable, inteligente pero incomprensible. Cuando estoy a punto de cogerla, desaparece y se desvanece entre mis dedos. Cuando pienso vislumbrar su dulce figura, se difumina ante mis ojos. Cuando oigo la suave melodía del viento, imagino oir su canto. Cuando huelo una rosa, creo ver en sus pétalos espejo de su piel. Cuanto más la pienso, más se aleja. Es como el agua, como el aire, como el fuego, como el éter, suspiro de los Dioses, canto de las sirenas, princesa de héroes, musa de poetas. En cada recoveco, en cada momento, se encuentra dentro de mis pensamientos, neblina que me obnubila, fascina y atrae, sombra de una sombra, sueño de un sueño, esa es mi mujer ideal, eterna búsqueda y eterna derrota pero siempre eterna.
Bruno González Lázaro (Zalez)
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