domingo, 20 de agosto de 2017

CARTA ABIERTA A LA HUMANIDAD


Por desgracia estas palabras, escritas hace ya bastantes muertes, siguen vigentes hoy...


Vengo de llorar a mares
por ver mares contaminados,
de gritar a Dios que pare,
que vuelva a ponerlo todo en su sitio.

La pena aun no ha prescrito:
me sigue doliendo el mundo.
Ya me aprietan demasiado estas cadenas, no puedo seguir callado.
No quiero vuestras medallas,
quedaros  los premios por la paz.

Quiero, que no caigan mas bombas en Gaza,
que el humo de esas fabricas me deje ver las estrellas,
que no gane el silencio cuando domina el miedo,
que de una puta vez, el amor, valga más que el dinero.

Poder decirle a Salvador Puig
que morir mereció la pena,
que el mundo comenzó a florecer
con su cuerpo envuelto bajo esta tierra,

pero hoy, todo, me sabe a poco.

Paramos la ley del aborto,
y qué,
si el machismo sigue matando.

Cortamos la cabeza a reyes soberanos,
encerramos a políticos corruptos,
y qué.

Si el poder nunca ha estado en nuestras manos.

Sobrevivimos a dos guerras mundiales,
conseguimos el voto de las mujeres,
deshicimos la instrucción militar e hicimos obligaría la educación.
Tuvimos al Ché, a Gandhi, a Mandela
A Frida kalho, a Rosa Parks, al subcomandante Marcos…

Y qué,
si dijimos no a la guerra y nadie nos hizo caso,
si se siguen vendiendo más armas que libros,
si siguen muriendo inocentes delante de nuestros ojos,
si ya no hace falta mirar a otro lado
para saborear la miseria.


No me culpen de pesimista,
esta, es nuestra historia.

No pude ser feliz.

Perdón, por intentarlo.



CANDELA

“Te quiero. Me dirías.”
Elsa López
Ahora que no te veo
pero te siento,
que las aceras están cansadas del sinsentido de mis pasos
y hasta los dioses te rezan para que sigas bailando.

Vengo a decirte
que me imagino contigo y no me asusto,
que he visto a los espejos mirarte y creer en los milagros
y a los poetas quedarse mudos si tú estás cerca.

Lo poco que sé de ti ya no me basta.
Y ansío seguir tus huellas por donde pisen,
aunque tropiece con tanto mundo que a veces duela
y ni siquiera me queden fuerzas para seguirte
las noches que se atragantan en mi memoria,
los días que respirar sea una carga.

Porque me enseñas, sin pretenderlo,
que cada lunes hay un motivo
y hasta los días más tristes tienen remedio
si tú sonríes.

Que no he podido pensar despacio,
quererte lento,
besarte suave,
pero lo sueño.

Vendrás trepando por cada miedo mustio
para dejar tu olor en mis rincones y darme aliento,
restando añicos de mis desastres,
pintando flores en cada monstruo.

Como una brisa inesperada que parte el viento y peina el alma,
como una luz que calma pero no ahoga;
 así llegaste.

Y traes contigo el suave pálpito de una esperanza,
las serias ganas de lanzarme contra tu boca,
el milagro hecho cuerpo ante mis ojos,
y no lo creo.
Que ante este intento de juntaletras barato te me aparezcas
y me desarmes.

Porque bien sabes lo que no escondo;
que tengo más de golfo que de poeta,
aunque lo lleve con honestidad y valentía
y no me asuste decir te quiero
si así lo siento
o decir lo siento,
si la he cagado.

Y, mientras tanto, por si lo olvido, te lo recuerdo,
que sigo soñando con los ojos abiertos si tú me miras,
sumando anhelos a esta utopía de ilusiones si me acompañas,
y andando,
 con la impaciencia entre las manos
de querer encontrarte en cada esquina
donde sé que no aparecerás e inevitablemente te busco.

Te lo advierto;
no voy a olvidarte.

Si te hubieras visto pasear por Poniente,
dos metros por encima del mundo,
tres vidas por encima de mí,
lo entenderías.

Que si tú quieres, mi flaca, la tristeza dimite,
el mundo se para, las guerras se acaban.
Y hacemos de esta condena una esperanza,
pintamos mundos donde quepa el sueño,
sueños, donde quepa el mundo,
y gritamos en pancartas lo que nos duele,
y cantamos al oído lo que nos gusta,
y bailamos cada canción como si fuese la última
y cada beso, como el primero.

Porque aun tengo mucha vida que desgastar por delante
y la dudosa certidumbre de querer que sea contigo. 

lunes, 7 de agosto de 2017

González Besada


"Hay cosas en la vida
que sólo se resuelven junto a un cuerpo que ama."
Javier Egea



Ya no escucho tus jadeos de perra en celo, de diosa insumisa,
haciendo eco en las paredes de esta habitación.
He olvidado el sabor de mi lengua de gato por los pliegues de tu piel,
el silencio obligado en cada polvo a escondidas,
la inocente mirada cómplice con la que me permitías disfrutarte a cada poro.

Sin embargo, recuerdo que, a veces,
cuando volvía borracho a casa arrancaba las flores de las macetas
para regalártelas.
Y lo sé, porque ahora veo como crecen en los tiestos y me asusta imaginar que ya nadie las roba por amor.

Quiero pensar que tú tampoco lo olvidas,
que el recuerdo no pasa por ti en forma de cicatriz,
sino de caricia,
y sonríes.

-Además, siempre has sabido que sonreír
era hacerle la mayor competencia al mundo,
aunque nunca quisieras admitirlo.-

Sospecho que la ausencia está justificada, y
bajo estas grietas era imposible vivir, lo entiendo.
Y no me molesta tanto estar solo como estar sin ti.
Es sólo tristeza atragantada,
recuerdos que aun no sé donde colocar para que no duelan,
secuelas enraizadas bajo este techo sobre el que ya no habitas.

Porque, a veces, abro la puerta del hogar donde no estás
y te echo tanto de menos
que empiezo a no saber cual de todas las verdades era mentira,
cual de todas las noches
era verdad.


Y duele. 

El sueño ha caducado: 
París no nos espera,
hace tiempo que nuestra canción dejó de sonar
y en los espejos del ascensor ya nadie folla.
La vida, mientras tanto,
sigue impasible con su aplastante cotidianidad manchándolo todo de rutina y miseria. 

Y yo, solamente, trato de no pensar que esta vez sí,
que cuando, consumido por la noche y los vicios,
suba los 36 escalones que separan el portal del hogar donde antes nadie nos vencía,

estarás ahí,
con la cama sin hacer
enganchada a tus series
y fumando tranquila,
y yo, no tendré que enfrentarme a esta soledad acusadora,
a este goteo de sombras y silencios
con el que me acuesto cada noche
y me levanto
a cada segundo,
para preguntarme en qué preciso momento cambiamos la risa por el kleenex,
en cuál de todas estas tristes esquinas se nos perdió la esperanza
o dónde escondimos las ganas de vernos desde aquella última vez. 

Por suerte,
cerrar los ojos me obliga a verte sonriendo y feliz,
con las flores que ya no arranco entre las manos,
aunque sea incapaz de abrirlos

para afrontar mi vida

y la verdad.











viernes, 4 de agosto de 2017

TESTAMENTO


Dejad para los buitres lo que sobreviva de mí
y guardad todo lo demás bajo este muro.

-Dijo señalándose el pecho- 

Eso,


será lo importante.