martes, 7 de febrero de 2012

Ella, una entre Otras


A lo largo de toda su vida, Él había amado a Otras Mujeres, pero a ninguna tanto como a Ella. Ella era el mayor de sus deseos, Ella era lo único por lo que vivía ¡Tenía que conseguirla costase lo que costase! Su blanca tez reflejaba la temprana inmadurez de una adolescente, sus ojos, transparentes como vidrio, mostraban desnuda su tierna inocencia ¡Oh dulce locura que se iba apoderando inexorablemente de Él! Entonces decidió actuar como solía con Otras Mujeres ¡Qué íntimo y desenfrenado el placer que sentía en esas citas secretas y clandestinas! Pues tan inmensa era su obsesión, que, tras horas y horas de meticulosa planificación, consiguió adecuar un sitio perfecto, cerca de un lugar transitado por Ella, lejos de oídos indiscretos. Pero, a pesar de todo, una mueca de resignación se dibujó en su cara, pues sabía que, por mucho que la amara, la discreción era lo más importante, y, entonces, lamentando que tuviera que sucederle a Ella lo mismo que a las Otras Mujeres, su mirada se posó casi imperceptiblemente en el esparadrapo y la gasolina.

Bruno González Lázaro (Zalez)

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