martes, 24 de octubre de 2017

A DURAS PENAS


“and i will go if you ask me to
i will stay if you dare”
Gregory Alan Isakov
Te quiero más allá de las dudas,
de las efímeras noches cargadas de miedos y vicios
donde no estás y apareces,
más allá de papeles e iglesias,
del éxtasis y la sequia
detrás de la costumbre y el conformismo,
a manos llenas
sin medida
desde el pulmón hasta el tuétano,
te quiero como si el mundo explotase mañana
y aun pudiésemos bailar la noche entera.
Y, todavía, me sabe a poco,
porque me faltan huevos para no hacerte daño,
la habilidad
para sentarme a tu lado y conseguir que todo encaje.

A veces
el amor no entiende la suma
y querer no es suficiente,
y tú me escupes los reproches que tantas veces he oído
y tantas quise evitar
y yo te juro que es la última vez que juro
porque te quiero,
y prefiero verte reír con otros
que llorar conmigo.

Y porque es duro admitir el fracaso de no haber cumplido con el único objetivo que me impuse:
hacerte feliz, no daño.

Y no sé si tras mi huida dejo los pasos marcados de una victoria
que cuesta asumir,
no sé cuál es el precio a pagar de una vida al servicio de la libertad
ni entiendo este juego de deseos y heridas
en donde se pierde más de lo que se apuesta,
es todo tan complicado
como mis pasos a las tres de la mañana,
tan doloroso
que no parece amor.

Sin embargo,
hay veces en que nos miramos como quien descubre la respuesta
o abre una ventana,
hay noches en que cambiaria todas las barras de bar
por un instante contigo,
y sé muy bien que todavía nos queda fe entre los dedos.

Pero no sé cómo hacer para no hacerte daño,
para no cometer más crímenes en el nombre del amor
y convertir el presente
en esas mañanas donde te hago llegar tarde al trabajo
por cinco minutos más de caricias.

No sé cómo hacerlo.

Lo juro.

Por eso, a veces,
desaparezco desconsolado y triste,
pensando que la libertad
tan solo es una palabra para echar de menos a alguien,
y me acuesto con el incansable eco de esa persistente duda,
y huyo
porque no se cómo quedarme
y lloro
porque no recuerdo sonreír
y tiemblo
porque me lo creo.

Otras, sin embargo,  me hago el fuerte,
discuto a gritos conmigo mismo y gano
asumiendo que alejarnos y echarte de menos
es quererte tal y como eres;
libre.

Y dejo que el viento se encargue de ti
mientras yo
a duras penas

soplo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario