sábado, 15 de julio de 2017

SERÁ SUFICIENTE

Esquivar la cursilería es un acto de fe cuando te miro.
A veces, despierto, 
y creo imaginar que sigo teniendo los ojos cerrados
porque suena a insulto verte descansar del mundo conmigo,
y se antoja a milagro cada poro de luz que se filtra tras la persiana únicamente para iluminar tu espalda.
Desde el primer beso hasta el de anoche no he tenido dudas,
y de momento, con eso me basta.
Imagino que imaginar tu cara en cada vídeo porno
es lo más parecido al amor que conozco,
suponer tu sonrisa detrás de cada lágrima como una señal de aviso a mi tristeza.
Cómo explico que eres capaz de dejar semillas en cada surco de tierra quemada,
quién se creerá que esto no es un sueño y, de verdad, existes.
Por si acaso, no dejes de convencerme,
no sabes lo peligrosamente excitante que resulta saber
que tus bragas están mojadas por mi culpa,
como si yo tuviera algo que ver con los milagros.
Que hace tiempo que me arden los te quieros que me callo
y me gusta imaginar que nuestros silencios se parecen demasiado algunas noches
porque esconden tras de sí el miedo de asumir que las cosas que se dicen en voz alta ya no se pueden borrar.
No negaré mi miedo a hacerte daño
ni afianzaré, tampoco, las mentiras envueltas de promesas que suelen decirse en estos casos.
Me limitaré a estar cuando la lluvia suene dentro y lo necesites,
a desaparecer cuando mi nombre sepa más a estorbo que a compañía.
A cambio,
permíteme la libertad de equivocarme más veces de las que respiro,
la tiranía de una tristeza autoimpuesta a la que, a veces, venzo.
Será complicado,
pero lo conseguiremos.
Tú encárgate de no dejar de sonreír así,
de no soltar el timón al menor suspiro
ni olvidar, en ningún momento, que si algo no te hace feliz siempre tendrás la oportunidad de cambiarlo.
Porque será difícil, mi amor,
te lo aseguro.
Habrá noches en las que me pierda
como un gato callejero
y saldré para afianzar que todas las camareras de las que absurdamente me enamoro
siguen sin fijarse en mí,
pero luego,
de vuelta a casa,
te robaré flores de cualquier maceta,
esconderé los fracasos en los bolsillos,
limpiaré los miedos en el felpudo
y entraré en tu vida jurando hacer añicos de nuestras piedras,
trincheras de cada sueño,
y todo,
porque al virar la puerta
serás tú quien me reciba,
y eso, mi amor,
para quien solo acostumbra a ver puertas cerradas,
siempre
será suficiente.

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