martes, 9 de enero de 2018

387

Te cuento,
cien resacas después,
que aun respiro tras estas rejas de humo,
y sin saber muy bien qué paso sucede al anterior
camino
por dónde acaba el abismo y comienza el sueño
imaginando
que no hay precipicios más allá del miedo,
ni deudas tan insoportables
como no vivir.

A menudo somos nuestra propia zancadilla - me digo.

Espero que no te asuste entenderlo.

He estado tratando de hacerlo bien
desde el miedo aquel
que nos separó.

Apuntando los teechodemenos 
en las esquinas de mi nueva cama
aprendiendo a no esperarte
en cada instante
a no buscarte
tras tres cervezas. 

A veces, mirando al mundo sangrar
como si en su derrota hallara una victoria.

-Supongo que a lo perdidos
cualquier tragedia nos consuela
si ya no es la propia.-

Cargando con el peso de mis decisiones,
saboreando que me fuí
cuando estábamos tan sólo a un paso de conseguirlo
y no sé si es arrepentimiento o resaca
pero duele como un año sin verte. 

Ahora que miro nuevas caras
y estoy a casi 10000 kilómetros tarde
con esta sensación indescifrable taladrándome por dentro,
sabiendo
que quedarme o irme
era hipotecar un sufrimiento de cualquier modo. 

Asumo la culpa
de querer ser libre y acelerar sin fin hacia ninguna parte.

Pero es absurdo dejar la vida en suspenso
hasta que encontremos la razón.
Así que,
voy a salir ahí fuera
pelear por lo mio
y partirme la cara por hacerlo bien,
mientras intento
que por aquí dentro
algo funcione

sin ti.

No hay comentarios:

Publicar un comentario