domingo, 20 de agosto de 2017

CANDELA

“Te quiero. Me dirías.”
Elsa López
Ahora que no te veo
pero te siento,
que las aceras están cansadas del sinsentido de mis pasos
y hasta los dioses te rezan para que sigas bailando.

Vengo a decirte
que me imagino contigo y no me asusto,
que he visto a los espejos mirarte y creer en los milagros
y a los poetas quedarse mudos si tú estás cerca.

Lo poco que sé de ti ya no me basta.
Y ansío seguir tus huellas por donde pisen,
aunque tropiece con tanto mundo que a veces duela
y ni siquiera me queden fuerzas para seguirte
las noches que se atragantan en mi memoria,
los días que respirar sea una carga.

Porque me enseñas, sin pretenderlo,
que cada lunes hay un motivo
y hasta los días más tristes tienen remedio
si tú sonríes.

Que no he podido pensar despacio,
quererte lento,
besarte suave,
pero lo sueño.

Vendrás trepando por cada miedo mustio
para dejar tu olor en mis rincones y darme aliento,
restando añicos de mis desastres,
pintando flores en cada monstruo.

Como una brisa inesperada que parte el viento y peina el alma,
como una luz que calma pero no ahoga;
 así llegaste.

Y traes contigo el suave pálpito de una esperanza,
las serias ganas de lanzarme contra tu boca,
el milagro hecho cuerpo ante mis ojos,
y no lo creo.
Que ante este intento de juntaletras barato te me aparezcas
y me desarmes.

Porque bien sabes lo que no escondo;
que tengo más de golfo que de poeta,
aunque lo lleve con honestidad y valentía
y no me asuste decir te quiero
si así lo siento
o decir lo siento,
si la he cagado.

Y, mientras tanto, por si lo olvido, te lo recuerdo,
que sigo soñando con los ojos abiertos si tú me miras,
sumando anhelos a esta utopía de ilusiones si me acompañas,
y andando,
 con la impaciencia entre las manos
de querer encontrarte en cada esquina
donde sé que no aparecerás e inevitablemente te busco.

Te lo advierto;
no voy a olvidarte.

Si te hubieras visto pasear por Poniente,
dos metros por encima del mundo,
tres vidas por encima de mí,
lo entenderías.

Que si tú quieres, mi flaca, la tristeza dimite,
el mundo se para, las guerras se acaban.
Y hacemos de esta condena una esperanza,
pintamos mundos donde quepa el sueño,
sueños, donde quepa el mundo,
y gritamos en pancartas lo que nos duele,
y cantamos al oído lo que nos gusta,
y bailamos cada canción como si fuese la última
y cada beso, como el primero.

Porque aun tengo mucha vida que desgastar por delante
y la dudosa certidumbre de querer que sea contigo. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario