miércoles, 9 de mayo de 2018

Y NO ES TARDE

"Pensar que la única forma de recorrer contigo una vida es quitándotela."
Pablo Benavente 


Después de hacer una mansión
de una azotea
y reducir al absurdo cada miedo
tan fácilmente,
sólo me queda aprender a no esperarte,
aceptar este regalo,
que es tu vida,
cuando camina cerca
de esta apuesta que es la mía,
y agradecer cada segundo que me compartes
con la ilusión de un triunfo que no merezco, pero disfuto.

Saber
que gritar tu nombre,
como quien busca a un niño perdido,
y maldecir las decisiones que elegimos
no cambia nada.

Y asumir,
con los puños llenos de lágrimas
y de certezas,
que somos libres pero enjaulados
y pese al daño
y las distancias
está en nosotros al mismo tiempo
cura y problema.

Por eso duele, de vez en cuando,
al madrugar
ya no escucharte.
Y esta condena de días
sin tus vestidos
sobre mi cama.

Y el no saber donde meterme
si no es contigo
ni tenerte cerca
sin desangrarnos.

Aprenderé, sin duda,
a no olvidarte
y respirar sintiendo que no te pierdo
pero te quiero
tras cada paso que doy
sin saber dónde
pero alejado de ti
de todos modos.

Porque aun te escucho hacer ruiditos
tras mis historias
y en cada calle donde te evoco
como un consuelo.

A veces, incluso siento, que el tiempo
aun es promesa
y no castigo,
y veo fuentes donde mojarnos,
manzanas
que aun son semilla,
miradas 
como alimento.

Y aun hay monedas esperando deseos
y nuestras manos, dispuestas, para lanzarlas,
cámaras aguardando retratos nuestros,
con más arrugas
y menos daños.

Aun charcos por bailar,
noches de peli y manta,
otra ciudad
otros aviones
distintos mapas.

Y, no sé cómo decirte
lo que ya sabes,
ni evitar que me reproches
lo que no haces, pero supongo.
Saber, que mi libertad
es el peso de esta lágrima que acepté desde un principio,
y tras el llanto
sólo me queda agradecerte cada momento.

Por dejar que caminase
un paso más cerca del milagro,
y cada beso
como un regalo inmerecido,
y esta promesa de vuelo
con cada uno de mis tropiezos.

Gracias, de verdad,
por recordarme el camino
cuando el destino es amar
y no importa llegar a tiempo, sino encontrarse.

Aunque ahora nos toque tragar con la culpa
y la distancia,
consumirnos,
entre preguntas
como una vela que nadie sopla
y se derrite.

Hacer, de cada mañana,
un intento de esperanza
y saber
que no habrá notas en el reverso de cualquier ticket,
donde dejarte escrito lo que no alcanzo,
ni seré yo
quien recoja a los niños tras el colegio
ni cuelgue tu abrigo
entre mi armario.

Porque elegimos lo que tenemos.

-¿Por qué elegimos lo que tenemos?-

Voy a agarrarme a este papel
como al último clavo,
cerrar los ojos, recordarte,
soñar con que algún día elegimos elegirnos
y no es tarde,
creer que el despertar
hay menos dudas que respuestas,
y entender, como quien mira a su verdugo
y no hace nada,

que nuestras vidas nunca encajaron
pero nuestras manos
si.


No hay comentarios:

Publicar un comentario