miércoles, 7 de marzo de 2012

MONOLOGO DE MARTIRIO TRAS LA MUERTE DE ADELA


MARTIRIO: ¡Irreparable e irremediable acto que ahora reposa en mi alma! Me prometí, cegada por el sufrimiento, que nadie conseguiría lo que yo nunca llegaría a conseguir y saldé el juramento con las lágrimas que se escapaban poco a poco de mis ojos. Pero tú, oh tú, maldita ninfa, maldito suspiro de los dioses, conquistaste su corazón con la frescura de tu juventud, con la belleza de tu figura, ¡Qué era yo, sino polvo, comparada con la inmensidad del océano! Sufría, sufría tanto que dejó de importarme lo correcto, dejó de importarme la sangre de mi sangre, dejó de importarme mi existencia. Ahora viéndote ahí, despojada de la vida, colgando inerte, no puedo dejar de pensar que ese tendría que haber sido mi lugar, y que así hubiera logrado despedirme de este dolor que se ha instaurado en mi alma para siempre. No puedo dejar de pensar en la persona de la que te apoderaste el corazón y no puedo evitar pensar que siempre tú lo tendrás incluso aunque él ya no te tenga a ti. Pensarlo hace que mi corazón se congele y se quede frío, pálido y sin vida como el tuyo.

Autor: Bruno González Lázaro, inspirado en "La Casa de Bernarda Alba", de Federico García Lorca.

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