No sabré quedarme. Por mucho
que apriete contra mí tú sangre. Y caigan
todas las estrellas para alumbrar el camino.
Estuve pegando algunos trozos descosidos
sobre este viejo cuerpo. Mirando
hacia dentro muy despacio y en silencio. Aprendiendo
a no esperar lo que no llega,
a no correr más sin sentido.
Y he vuelto a no enterrarme cada noche
en un charco de mentiras.
Ahora, tropiezo y miro al cielo.
He aprendido a perdonarme.
Y guardo la desgana, sorteo
trampas cotidianas a modo de amenazas contra esta debilidad tan fuerte
pero tan mía.
Intento hacerlo bien. Y parece que funciona;
cada vez leo mas y escribo menos.
Ya no pesa lo que pesa.
Ya no duele lo que duele.
Ya no espero lo que espero.
Ya no.
Es triste pero sincero. Ya no sabré quedarme
donde nunca supe estar.
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