cervezas
ansia.
Te espero antes de que el gallo cante.
Creo, de hecho, que ya lo hacía antes
de que te propusiera venir a cenar,
un baño de espuma,
sueños.
Te espero
como enjaulado en un reloj
que nunca avanza.
Con la ilusión salivando
y las velas
al ritmo Keaton,
consumiéndose
viendo caer la arena
de un lado a otro.
Te espero.
Te espero.
Te espero.
Y llegas,
cuando ya no toca.
Y me cuentas historias
que no quiero escuchar,
ni entiendo.
Así que te culpo, lloro, me enredo.
Huyo, me encierro
y te escribo
papeles donde
intento explicarte
que, para mi,
siempre llegarás tarde
si eres tú
a quien espero.
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