A lo largo de toda su vida, Él había amado a Otras Mujeres,
pero a ninguna tanto como a Ella. Ella era el mayor de sus deseos, Ella era lo
único por lo que vivía ¡Tenía que conseguirla costase lo que costase! Su blanca
tez reflejaba la temprana inmadurez de una adolescente, sus ojos, transparentes
como vidrio, mostraban desnuda su tierna inocencia ¡Oh dulce locura que se iba
apoderando inexorablemente de Él! Entonces decidió actuar como solía con Otras
Mujeres ¡Qué íntimo y desenfrenado el placer que sentía en esas citas secretas
y clandestinas! Pues tan inmensa era su obsesión, que, tras horas y horas de meticulosa
planificación, consiguió adecuar un sitio perfecto, cerca de un lugar
transitado por Ella, lejos de oídos indiscretos. Pero, a pesar de todo, una
mueca de resignación se dibujó en su cara, pues sabía que, por mucho que la
amara, la discreción era lo más importante, y, entonces, lamentando que tuviera
que sucederle a Ella lo mismo que a las Otras Mujeres, su mirada se posó casi
imperceptiblemente en el esparadrapo y la gasolina.
Bruno González Lázaro (Zalez)
Bruno González Lázaro (Zalez)
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