Amo, mientras trato de entender que el otro también tiene
derecho a amar a otros, sin que yo lo sienta como un acto de deslealtad o
desobediencia.
Lucho contra mí mismo para creérmelo hasta sentirlo, y
peleo, hasta caerme rendido por alcanzar el querer al que aspiro desde el
querer que realmente siento.
Amo con fuerza, con sinceridad, honestamente.
Pero hay momentos en que amo también con miedo, cobardía y
necesidad.
Y siento que necesitar al otro es insultar a mi
autosuficiencia y fortaleza. Pero entonces me digo —me repito— que no hay de
malo nada en necesitar cuando lo que se reclama es amor, porque es humano; como
un bebé llorando por su madre. Y no sé si es verdad o triste autocomplacencia.
Amo, y permanezco en la idea de que ni la promiscuidad es
libertad ni la exclusividad una cárcel.
Y elijo siempre el beneficio propio pero en consideración de
dos.
Intento hacer de mis decisiones un mérito para sentirme
mejor, pero otras veces también tomo decisiones, casi como esfuerzos obligados
y en contra de mis deseos, para el mérito y el bienestar del otro. Porque no
concibo el egoísmo en el amor, no en el mío.
Por eso amo sabiendo que todas las veces que yo pierda
estamos ganando como pareja.
Amo creyendo que debiera ser feliz aún cuando el otro,
pudiendo hacerlo, no me escoge, porque sé
que no tengo la exclusividad de la felicidad, ni del placer, ni siquiera del momento, aunque a veces así lo
quiera.
Amo tratando de ser unas alas y una jaula para el otro,
aunque duela como un disparo a quemarropa, como un puñetazo en mitad del alma,
asumir el riesgo de que en esa libertad, crezcan dudas, caricias, miradas que
te alejen de la persona que amas, y te acerquen a otros puertos.
Y no me asusta reconocerme cobarde, débil, necesitado, por
decir en voz alta que tengo un miedo innombrable a que quien amo se aleje.
Por eso amo.
E intento poner más cemento a mis seguridades, entender, empaparme de razones que me hagan sentir lo
contrario al miedo, a la pérdida, a la inseguridad.
Construir confianza y credibilidad a base de actos no de
palabras. Sabiendo que es más fácil destruir que construir, decepcionarse que
celebrar.
Y aun así. Amo.
Aunque sea en un constante conflicto entre el cómo lo hago y
el cómo me gustaría hacerlo.
Amo, y tengo clara la meta, el destino, el ojalá hacia el
que camino;
Amar,
luchando por entender que hay mil formas de hacerlo,
aunque, a veces, parecerán de todo,
menos amor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario